Existe
consenso
de
que
uno
de
los
principales
problemas
de
la
economía
mexicana
es
su
baja
tasa
de
crecimiento
y
sus
múltiples
consecuencias
en
todos
los
ámbitos,
aunque
las
razones de este fenómeno no están del todo claras (Loría
et al
, 2022).
La
literatura
que
contrasta
las
altas
tasas
de
crecimiento
de
las
décadas
de
los
sesenta
y
setenta
con
las
de
los
ochenta
y
posteriores
no
considera
el
ajuste
estructural
que
México
experimentó
por
la
crisis
de
la
deuda,
cuyos
efectos
dejaron
una
década
de
nulo
crecimiento. En ese largo periodo ha habido importantes cambios estructurales
Como
ejemplo
tenemos
que
desde
mediados
de
la
década
de
los
noventa
la
vocación
productiva
de
México
cambió
radicalmente;
de
ser
un
país
aislado
del
mundo
y
mono
exportador
de
materias
primas
a
uno
de
los
países
más
integrados
del
mundo,
particularmente
con
Estados
Unidos
con
el
que
comparte
intrincadas
cadenas
productivas
que
explotan
las
principales
ventajas
competitivas,
lo
que
ha
cambiado
a
México
a
ser
un
exportador
de
bienes
manufactureros
de
alta
complejidad
técnica
y
ser
importador
de
alimentos y energéticos.
México
ha
presentado
un
desarrollo
heterogéneo
que
puede
ser
dividido
geográfica
y
estructuralmente.
Primero,
observamos
que
el
sureste
presenta
las
tasas
de
crecimiento
más
bajas,
y
los
peores
indicadores
de
desarrollo
económico.
Y
segundo,
apreciamos
que
el
sector
formal
del
mercado
laboral,
aunque
sólo
representa
alrededor
del
40
%
de
la fuerza laboral, aporta el ochenta por ciento del producto.
Con
esta
realidad,
es
indiscutible
que
debemos
de
hacer
un
abordaje
al
problema
desde
una óptica diferente: desde el lado de la oferta agregada.
Este
planteamiento
cambia
radicalmente
el
enfoque
del
estudio
sobre
el
lento
crecimiento
de
la
economía
mexicana
porque
centra
el
análisis
en
las
bajas
tasas
de
crecimiento
de
los
factores
productivos,
particularmente
el
trabajo
y
en
su
productividad
media
y
marginal.
De
esa
manera
podemos
explotar
resultados
previos
y
relevantes
sobre
el
análisis de los mercados laborales.
Es
fácil
victimizar
a
los
trabajadores
mencionando
que
el
trabajador
mexicano
es
uno
de
los
que
menos
días
de
vacaciones
tiene
y
tiene
en
salario
más
bajo
en
contraste
con
otros
trabajadores
de
países
de
la
OCDE.
Pero
también
es
un
hecho
que
los
resultados
educativos
medidos
a
través
de
la
prueba
PISA
demuestran
escaso
aprovechamiento
académico
de
los
estudiantes
mexicanos,
que
eventualmente
se
convertirán
en
deficientes
habilidades
laborales.
El
rezago
educativo
(habitantes
con
nivel
de
escolaridad
inferior
al
de
bachillerato
o
niños
y
adolescentes
que
no
asisten
a
la
escuela)
es
el
más
grande
de
la
OCDE.
A
esto
debemos
sumar
que
el
sistema
de
salud
mexicano
es
deficiente,
lo
que
quedó
expuesto
en
la
pandemia
de
COVID-19
debido
al
elevado
número de muertes en exceso que se presentaron por la saturación hospitalaria.
Recientemente
el
gobierno
federal
anunció
la
Cancelación
de
las
normas
oficiales
para
la
para
la
prevención
detección,
diagnóstico,
tratamiento
y
control
de:
hipertensión
arterial
sistémica,
dislipidemias,
Tuberculosis,
Lepra,
Cólera,
Infecciones
de
transmisión
sexual,
teniasis/cisticercosis,
brucelosis
en
el
ser
humano,
cáncer
(algunos
tipos),
osteoporosis,
entre
otras
tal
como
se
menciona
en
el
Diario
Oficial
de
Federación
DOF:
01/06/2023.
Estos
padecimientos
están
muy
relacionados
con
la
morbilidad
y
mortalidad
de
los
mexicanos,
lo
que
dejará
en
el
desamparo
a
los
trabajadores
y
a
sus
familias
con
lo
cual
se afectará a la salud y a la calidad de la fuerza de trabajo.
Mencionamos
a
la
salud
y
a
la
educación
porque
estos
son
los
pilares
del
capital
humano
(Schultz,
1961).
Hemos
creído
como
dogma
que
una
población
grande
es
sinónimo
de
mano
de
obra
barata.
Sin
embargo,
el
capital
humano
es
deficiente,
y
por
más
bajo
que
sea
el
salario
nominal,
la
baja
productividad
hará
que
cualquier
nivel
de
salario
sea
relativamente caro.
La
política
laboral
no
ha
considerado
la
escaza
acumulación
del
capital
humano
y
su
efecto
en
los
costos
laborales
para
incrementar
los
ingresos
y
promover
el
crecimiento,
sino que ha optado por elevar los salarios nominales.
El
no
considerar
la
baja
calidad
del
capital
humano
fue
una
de
las
razones
por
las
cuales
la
reforma
laboral
de
2012
fue
precarizadora
y
no
elevó
de
manera
sustancial
el
crecimiento
(Loría
y
Salas,
2019).
Aunque
la
reforma
disminuyó
la
informalidad,
los
nuevos
empleos
que
se
crearon
fueron
precarios
y,
como
consecuencia,
el
crecimiento
económico no se aceleró.
En
síntesis,
pretendemos
analizar
que
la
pobre
calidad
del
capital
humano
es
una
de
las
principales
razones
para
entender
el
lento
crecimiento
de
México.
Esta
situación
ha
favorecido
la
incapacidad
de
acumulación
de
capital
debido
a
la
falta
de
personal
para
su
mejor
operación
y
en
suma
lo
que
tenemos
es
una
falta
de
oferta
de
factores
que
explican
el bajo crecimiento.
Síntesis del proyecto
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COORDINADOR: Dr. Eduardo Loría (quijano6919@hotmail.com)
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